La comunicación gubernamental y empresarial que no se adapte a los nuevos tiempos y no deje huella en los diferentes públicos, está destinada a que su mensaje sea enterrado en algún basurero virtual o en un rincón de la memoria. La comunicación que, hoy por hoy, no cree mapas mentales, emociones e impacte a largo plazo en las personas, no sirve de nada y, más aún, solo representa un gasto a la institución o a la compañía. La comunicación, cuando es bien empleada, canaliza el PODER para sumar.